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Los niños y el duelo ¿Cómo lo afrontan los más pequeños?

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Según diversos análisis y estudios publicados, es habitual que los niños sufran un pequeño retroceso en habilidades adquiridas. Este suele ser uno de los primeros efectos visibles y que está relacionado con la forma en la que afrontan el duelo.
 
Resultará fundamental en el proceso la manera en que los progenitores o adultos les apoyen y ayuden. A continuación vamos a ver cómo afrontan los menores este tipo de situaciones, y cómo podemos ayudarles, en base a diversos estudios y libros publicados sobre la materia.
 

Cómo afrontan y cómo les afecta el duelo a los niños

 
En general, se produce un deterioro de las relaciones personales. A nivel familiar, todos tratamos de amoldarnos a la nueva circunstancia, y esto tiene un impacto irremediable en los niños.
 
Según un artículo publicado por la psicóloga infanto-juvenil Patricia Díaz, de la Fundación Mario Losantos del Campo, es normal que haya bajones de rendimiento en los estudios. En el caso de ser más pequeños, este cambio es perceptible en la pérdida de autonomía.
 
Rachel Ehmke, en un artículo publicado en Child Mind Institute, apoya esta teoría, recordando que es normal que:
 
  • Niños más mayores comiencen a hablar como si fueran beb
  • O que pequeños que ya habían aprendido a usar el orinal tengan un retroceso en este proceso
 
No deja de ser una forma de mostrar su inseguridad, ante un proceso de cambio que es posible que no estén entendiendo por completo.
 
Otra circunstancia habitual en los menores, según explica Ehmke, es que puedan llorar y ponerse a jugar de forma inmediata. No debemos, por tanto, esperar que actúen del mismo modo que lo haría un adulto, pues no lo són y su comprensión de la situación es completamente diferente.
 

Cómo ayudar a los niños a gestionar procesos de duelo

 
Ambas autoras coinciden en la importancia de mantener las rutinas. Ante un alto volumen de inseguridad es importante no añadir nuevos factores desestabilizadores. Por lo que debemos hacer todo lo que sea posible para mantener horarios y costumbres de las tareas que se venían realizando.
 
 
A la hora de comunicar la noticia, otros expertos coinciden en la importancia de no utilizar eufemismos a la hora de informar al pequeño sobre lo que está ocurriendo. Ehmke insiste en la necesidad de ser directos y explicar con claridad lo ocurrido.
 
Esto no nos obliga a dar demasiada información. Pero es problable que el pequeño nos pregunte, y debemos ser sinceros, ayudándoles a afrontar una realidad que tarde o temprano tendrán que gestionar. Frases como “se quedó dormido” lo único que pueden conseguir es que el o la menor tenga miedo a la hora de irse a la cama.
 
¿Debe ir un menor al funeral?
 
La mayoría de los autores consultados coinciden en que es una decisión completamente personal. Que requiere de una evaluación del estado, fortaleza y edad del joven. No cabe duda de que se trata de una experiencia intensa. En algunos casos puede servir para cerrar el proceso.
 
Sin embargo, según la Doctora Gaiz Saltz, existen multitud de fórmulas alternativas para despedirse, como por ejemplo compartir ciertas historias o plantar un árbol en honor del fallecido. Eliminando de este modo un recuerdo que, dependiendo de la estabilidad del menor, puede ser excesivamente intenso y dejar una marca que posteriormente sea necesario trabajar a nivel psicológico.
 

Otros consejos sobre cómo afrontar el duelo en edad infantil

 
Mostrarse especialmente comunicativo y atender las llamadas de atención del pequeño o pequeña es muy recomendable. Hay que dejarle expresar lo que siente. No hay que obligarle. Pero si percibes una necesidad de hablar del tema es el momento de prestarle el 100% de la atención para que lo haga.
 
Del mismo modo, los expertos recomiendan no esconder el propio duelo. Ante una pérdida es normal que un adulto se sienta incómodo o llore. No pasa nada porque el menor vea cómo se siente, pues le ayuda a entender que su propio miedo, inestabilidad o dolor es normal. Por supuesto, siempre de forma calmada, y sin caer en reacciones excesivas.