El asegurado es la persona, física o jurídica, que figura como beneficiaria directa de las coberturas que otorga un contrato de seguro. Es quien está protegido frente a los riesgos especificados en la póliza y quien tiene derecho a recibir una prestación o servicio si se produce el siniestro contemplado. Esta figura es clave dentro del contrato, pues sobre ella recaen las consecuencias del riesgo asegurado.
A menudo se confunde con el tomador del seguro, pero no siempre son la misma persona. El tomador es quien contrata y paga la póliza; el asegurado, quien la disfruta. Por ejemplo, en un seguro de viaje contratado por una empresa para un empleado, el asegurado sería el empleado que realiza el desplazamiento.
En seguros de defensa jurídica, el asegurado es quien recibe cobertura legal ante litigios, reclamaciones o conflictos incluidos en la póliza. Es imprescindible identificar correctamente al asegurado, ya que solo él o ella podrá beneficiarse de los derechos y servicios contratados.
La relación del asegurado con la aseguradora implica también obligaciones: debe colaborar en la gestión del siniestro, facilitar información veraz y notificar cualquier hecho que altere el riesgo. Además, su identificación es obligatoria para evitar fraudes y garantizar una correcta gestión de los siniestros.
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